Cocinar al vapor permite conservar la consistencia, las vitaminas y los nutrientes originales de los alimentos.
La cocción al vapor consiste en cocer los alimentos colocados en una especie de parrilla o recipiente agujereado, a su vez encima de un líquido en ebullición. Dicha técnica provoca una cocción lenta y suave de los alimentos a través del calor generado por el vapor producido tras el calentamiento del agua.
Al no producirse la dilución que sí genera un proceso de ebullición, el método de cocción al vapor permite conservar todas las vitaminas y nutrientes originales del alimento a cocinar. Es este el motivo que explica el «auge del vapor» como uno de los métodos de cocción más usado en la actualidad, dejando al agua en segundo lugar.
Proceso de cocción
Para la práctica de este método de cocción, se utilizan ‘vaporeras’ de alta presión o marmitas de doble piso que se dividen por una rejilla. Asimismo, los alimentos también se pueden cocinar al vapor en hornos especiales o a presión. Para la cocción, se llena el piso inferior de agua para iniciar el proceso de calentamiento. En el piso superior, y mientras el agua se calienta, el alimento sufre poco a poco la transformación causada por el efecto del vapor.
Algunas ventajas
Generalmente, el líquido que se calienta suele ser agua, en ocasiones aromatizada con algún vino o hierba aromática. También puede cocinarse al vapor con algún tipo de caldo de pescado, verduras o carne.
Los alimentos habituales que se cuecen mediante esta técnica son los pescados, los mariscos y las verduras cortadas muy finas. Estas últimas mantienen su consistencia y son más agradables al paladar que las hervidas. En el caso de las carnes, la cocción al vapor permite el derretimiento de la grasa de la carne, que queda depositada en el agua.