El desayuno en los niños: algo fundamental Es la
primer comida del día: la más importante,
pero también la más descuidada en muchos hogares. Un estilo de vida
marcado por las prisas –llegar a tiempo al trabajo, al ‘cole’, al
autobús…– provoca que dediquemos poco tiempo al desayuno: un café
bebido y un par de galletas
no son suficientes para enfrentarse a una jornada laboral y escolar con energía. Menos aún para nuestros hijos.
No es difícil hacer un
buen desayuno, no hay ninguna receta mágica, une los
lácteos, los
cereales y la
fruta, y prepárate para comprobar sus poderes.
Según los expertos, el
desayuno debe aportar un 25%
de la energía que necesitamos para vivir. Son numerosos los estudios
han puesto de manifiesto que quienes desayunan de manera equilibrada
rinden mejor –tanto intelectual como físicamente– a lo largo del día.
Además del rendimiento, hay que tener en cuenta la contribución del
desayuno a la hora de regular la dieta. Los niños que saltean el
desayuno son más propensos a tener
sobrepeso y en el largo plazo puede conducir al desarrollo de problemas crónicos de salud.
Alimentos para un
desayuno sano, para que sea saludable tu desayuno debe incluir al menos tres de los siguientes alimentos:
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Leche, porque nos aporta calcio, una sustancia imprescindible para el
crecimiento y el
fortalecimiento de los huesos por
lo que está especialmente indicada para los más pequeños y mayores de
la casa. Durante los últimos tiempos se ha introducido también la soja,
que a menudo se ingiere en sustitución de la leche, sobre todo en el
caso de las dietas vegetarianas. La
soja aporta muchas proteínas.
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Aceite de oliva, es uno de los ingredientes estrella de la dieta mediterránea y muy recomendable por su
alto contenido en ácido oleico. Las virtudes derivadas de su ingesta tienen que ver con su contribución al colesterol bueno.
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Pan, aporta
hidratos de carbono y una buena dosis de tono vital. Si lo combinas con tomate y aceite, el resultado es la tomaca, muy típico en Cataluña.
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Frutas, son ricas y contienen una amplia gama de
vitaminas.
Las puedes degustar en piezas o en zumos. Los expertos recomiendan
ingerir un mínimo de cinco raciones de frutas y hortalizas al día, y
qué mejor manera de seguir la norma que empezando por el desayuno.
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Miel, junto con el azúcar contribuyen a endulzar nuestras mañanas y nos llenan de
vitalidad.
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Cereales, son una fuente de
hidratos de carbono,
o lo que es lo mismo, de energía. En el supermercado los encontramos
con copos de maíz muesli, chocolate, frutas… Con ellos se hacen también
la mayoría de las galletas.
Para conseguir que la práctica de un buen desayuno se convierta en
una costumbre, basta con una serie de sencillos hábitos entre los que
se encuentra el de levantarse con suficiente antelación. Al menos te
harán falta quince minutos más de lo habitual y, por supuesto, evita
hacerlo de pie.
Otro consejo: deja el café hecho por la noche, así ganarás más
tiempo para un desayuno agradable. El ritual de la primera comida del
día está muy ligado a las costumbres de cada país. En Francia lo normal
es paladear un café con leche, tostadas y cruasanes. Los desayunos
ingleses y americanos son más completos e incluyen leche, cacao, té,
cereales, bollería, embutidos y huevos. En Alemania son muy parecidos,
además suelen añadir legumbres cocinadas.
Consejos para renovar tu desayuno de una manera equilibrada:
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Desayuno fresco: prepara una taza de leche, 100 g
de cereales integrales, un vaso de zumo de naranja y una taza de
macedonia (kiwi, manzanas, fresas …).
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Desayuno energético: hazte un batido de leche con cacao, 2 cruasanes a la plancha con margarina y mermelada de fresa y un zumo de piña y uva.
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Desayuno mediterráneo: saborea una taza de café con leche semidesnatada, 2 rebanadas de pan con aceite de oliva y tomate, y un zumo de naranja.