Tanto si estamos preparando un guiso como una simple ensalada, la forma más fácil de reducir el contenido de sal de una receta es no añadirla a los alimentos que estemos utilizando.
Lo más recomendable para darle sabor a nuestros platos sin recargarlos excesivamente de sal es sustituirla por hierbas, especias, ajo, limón, vinagre o pimienta.
Otra opción es evitar los productos envasados o precocinados, y decantarnos siempre que sea posible por los alimentos frescos.
La carne, el pescado, las frutas y los vegetales, en su estado natural, contienen muy poca sal, y su consumo siempre resulta mucho más saludable que cuando han sido previamente manipulados.
Y recuerda, si padeces hipertensión y quieres evitar la sal, controla el consumo de anchoas, jamón, beicon, salchichas, cecinas, quesos fuertes, sopas, conservas en lata, salsas de sobre o frutos secos salados.